martes, 26 de mayo de 2009

1.- Primera mirada

La historia que a continuación les contaré es lo mejor que en mi vida sucedió.

Era un día nublado de otoño, empezaba a soplar el aire, haciendo que mi pelo volara a mi cara, si no apuraba, el aire se llevaría las nubes y todos verían mi piel destellante, pero, que mas me daba ahora, ya no me importaba nada. Aquí estoy caminando en las calles semivacías de Roma, por donde paso, la gente se queda asombrada viendo mi belleza. Pero, ahora me siento vacía y deshecha, un día como hoy, hace 100 años, el día 6 de septiembre de 1815, mi vida-existencia dio un giro inesperado, y… aterrador.
Recuerdo como fueron esos primeros años: era fabuloso correr tan rápido como la luz y ser tan fuerte como para levantar 10 caballos, ser tan bella y hermosa, para causar impacto en los demás, vivir eternamente, todo era lo que siempre me hubiera gustado tener. Ahora veo que todas esas cosas son tan vanas, lo cambiaría todo por tener una familia, por poder soñar y hasta para poder morir. Tengo la garganta muy seca y los ojos negros como el carbón, hace ya casi un mes que no me alimento.
El sol ya casi se ocultaba, cuando de pronto lo vi, era alto y musculoso, tenía el cabello castaño claro ondulado hasta la altura de las mejillas, sus ojos eran verdes y tenía unos labios grandes y rojos, era muy guapo para los parámetros de los mortales, pero no era tan guapo como un vampiro, y, su olor, era bastante bueno. El también parecía ocupado en sus pensamientos, solo que el llevaba la cabeza gacha, cuando estábamos a unos 3 metros de distancia, él levantó la mirada y cuando me vio se quedó babeando como todos los demás y me siguió mirando hasta que me perdí de su vista, entonces sonreía a medias y seguí caminando.

Cuando llegué a la pradera donde me gusta ir cuando quiero estar sola, el sol se estaba ocultando, me senté en un tronco y observé la puesta de sol, pensando en mis problemas y observando este maravilloso espectáculo, pe puse sentimental y si hubieran podido unas miles de lágrimas se habrían desbordado en mis mejillas.
Después de esto me tiré hacia atrás y apreté los ojos tratando de dormir y soñar, aunque sabía que esto no sucedería.